Trastornos psicosomáticos
El término psicosomático hace referencia a que el trastorno físico cursa asociado a factores psicológicos que se consideran relevantes en las causas y/o evolución del trastorno. Cuando una persona «somatiza» se suele entender que está expresando físicamente su malestar psicológico.
Por ejemplo, en el caso del insomnio, padecemos un fallo en nuestros ritmos de sueño-vigilia, provocado por un desequilibrio psicológico (preocupaciones económicas o laborables por ejemplo).
Trastornos psicosomáticos en niños: síntomas y cuáles son
Trastornos psicosomáticos en niños: Síntomas y cuáles son. Pueden definirse, en términos generales, como síntomas físicos de origen psicológico. Los niños no se libran. Toma nota de cuáles son las señales que nos alertan.
Cuando hablamos de trastornos psicosomáticos en los niños, hacemos referencia a los síntomas físicos de origen psicológico y que, aunque pueden presentar señales de varios tipos, no siempre son fáciles de identificar.
La disciplina que se ocupa de los trastornos psicosomáticos, la psicosomática, estudia la relación entre la mente y el cuerpo, con el fin de detectar cómo la psique puede afectar negativamente al cuerpo. Pero ¿cuáles son los trastornos más frecuentes? Entre los trastornos psicosomáticos propios de la primera infancia se incluyen los cólicos, aparición de eccema, vómitos, asma, dolor de cabeza, síndrome de intestino irritable y trastornos del sueño. Es importante no subestimar ninguno de estos síntomas porque son enfermedades en sí, de hecho pueden implicar una profunda angustia emocional, daños orgánicos y dolores psicosomáticos en los niños.
¿Cuáles son los síntomas psicosomáticos en los niños?
Los síntomas de los trastornos psicosomáticos no son fáciles de identificar, puesto que no siempre se pueden vincular directamente con dolencias físicas específicas. No obstante, los más comunes son los sistemas del aparato digestivo, respiratorio y la piel. Síntomas que pueden repetirse, empeorar o desaparecer.
El malestar puede manifestarse de muchas formas: por ejemplo, si un niño tiene cólico frecuente en la escuela, pero en casa no sufre en absoluto, es evidente que la angustia y la ansiedad en este caso están vinculadas con el entorno escolar. Entre los síntomas más comunes, y siempre susceptibles de tratamiento, el asma, los dolores de cabeza, eccema, psoriasis, dolores de estómago y dolor abdominal, vómitos, colitis…